A partir de la declaración de emergencia sanitaria durante el primer trimestre de 2020, las organizaciones se enfrentaron a diversos retos sin precedentes. Lo anterior se hizo más evidente debido a que, en esta ocasión, los desafíos no fueron exclusivos de un país, región, sector económico o sociedad, sino que su alcance fue global.

En un inicio, la prioridad indubitable de todos los grupos fue la de preservar la salud física de los individuos; sin embargo, casi de manera inmediata se tuvo que velar también por los intereses económicos de diversas entidades, las cuales se vieron en la necesidad de reducir o cerrar por completo sus operaciones. Cabe destacar que la duración de esta situación ha sido siempre incierta y ese grado de incertidumbre amplió las amenazas a las que se enfrentaron los grupos empresariales.  

Dentro del contexto señalado, es fácil identificar cómo se elevó el reconocimiento del capital humano como el activo más valioso y prioritario de las organizaciones. Como nunca antes, las y los líderes de las compañías han tenido que analizar la situación con la mayor asertividad posible para lograr influir y orientar a sus equipos a fin de lograr los objetivos colectivos. 

Hoy no queda duda de que quienes dirigen a las empresas han probado ser capaces de responder y adaptarse al entorno. Asimismo, es notable el esfuerzo que los equipos de trabajo, clientes, proveedores, alta gerencia y accionistas han realizado en conjunto.

Por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin la tecnología y la manera en que las entidades lograron derrumbar los paradigmas acerca de las diferentes formas de trabajo.  Pudieron demostrar que es posible realizar actividades comerciales de forma remota, que los horarios de trabajo pueden ser flexibles y que la interacción virtual también es eficiente.

No obstante, se han identificado algunos retos como los siguientes:

  1. Adecuar los planes operativos y financieros a la situación actual

  2. Permear la cultura y valores de su organización en la fuerza laboral, incluyendo a aquellos con experiencia y a quienes recién ingresan a la empresa

  3. Demostrar a todos los grupos de impacto que el distanciamiento físico no implica necesariamente un distanciamiento social

  4. Equilibrar las cargas de trabajo a medida que se observa rotación de personal por diversas razones

 

Es justo decir que el liderazgo actual deberá continuar proporcionando las herramientas necesarias en cuanto a tecnología y espacios colaborativos se refiere, pues solo así habrá una comunicación eficiente con los grupos de interés. De igual forma, deberán basar la interacción (ya sea física o virtual) en aquella que tenga propósito, que sea incluyente y que permee tanto sus objetivos como sus valores.

Para lograr lo anterior, las compañías tienen que reforzar la confianza entre sus equipos mediante la escucha y la participación de todas las personas. Esto requiere un tipo de liderazgo flexible que logre influir y satisfacer las necesidades, aunque, claro, dicha flexibilidad no debe ser entendida como una falta de estructura o apego a políticas. En la actualidad, lo verdaderamente importante es hacer lo correcto.

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