Históricamente, la función fiscal había estado relegada del uso de herramientas tecnológicas, ya que centraba sus esfuerzos mayormente en cálculos y conciliaciones, tomando como base la información contable disponible. Actualmente, este enfoque se ha transformado, pues las organizaciones ya cuentan con diversas fuentes de información y datos, para que los equipos de esta área se conviertan en especialistas estratégicos del negocio con la ayuda de la tecnología.

Asimismo, las autoridades fiscales han avanzado en el uso de tecnología, inteligencia artificial y herramientas de fiscalización. Algunos gobiernos de América Latina como Chile, Brasil y México son pioneros en la introducción de mecanismos de fiscalización sofisticados y automatizados, como la facturación electrónica, el envío de balanzas de comprobación, así como procesos de auditoría en tiempo real.

En 2017, México introdujo la versión 3.3 de los comprobantes fiscales digitales por internet (CFDI) y en 2018 se volvió obligatorio el uso del recibo electrónico de pagos o complemento de pagos, cuya implementación permitió estandarizar la información de los contribuyentes y, con otros mecanismos como el envío de contabilidad electrónica, facilitar los procesos de análisis de las autoridades. No obstante, debido a la falta de herramientas digitales, la adopción de estas obligaciones trajo consigo una serie de retos para los contribuyentes.

Por ejemplo, como parte del proceso para solicitar saldos a favor del impuesto al valor agregado (IVA), los contribuyentes deben relacionar los complementos de pago recibidos con el movimiento bancario correspondiente. Si bien pareciera ser una actividad simple, el volumen de operaciones de una entidad puede convertirla en una labor demandante, ya que la conciliación de dichos datos suele hacerse de forma manual por el equipo de Impuestos con poco tiempo para preparar y entregar esta información.

Por otro lado, la complejidad de los requerimientos formales suele incrementar en medida que las actividades de las organizaciones se vuelven más especializadas, por ejemplo, una empresa en México que opta por aplicar alguno de los estímulos otorgados por el artículo 16 de la Ley de Ingresos de la Federación. Como parte de estos estímulos, los contribuyentes se encontrarán en posibilidad de acreditar contra el impuesto sobre la renta (ISR) a su cargo el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) que les hubiese sido traslado en la adquisición de combustibles fósiles. Considerando que las cuotas del IEPS son ajustadas semanalmente, el equipo fiscal se vería obligado a buscar manualmente las cuotas vigentes al momento de la adquisición de los combustibles, para realizar la determinación del estímulo al que tiene derecho.

Respecto a los impuestos directos, la implementación de medidas tecnológicas también es relevante. Como parte de la determinación del ISR anual en México, existen diversos procedimientos que se vuelven más demandantes en función de las operaciones de la compañía. Un ejemplo puede ser la determinación del ajuste anual por inflación o la verificación de la utilidad o pérdida cambiaria, que cobrarán mayor importancia tras la reforma fiscal de 2022.

Dichas actividades suelen demandar un alto grado de involucramiento del equipo de Impuestos y, salvo algunas excepciones, representan uno de los componentes menos representativos del resultado fiscal. Sin duda, el involucramiento de los equipos fiscales en actividades repetitivas o monótonas consume la mayor parte de su tiempo y recursos disponibles, lo que evita que puedan concentrarse en labores que generen un mayor valor agregado y estratégico para el negocio.

En 2022 los contribuyentes se disponen implementar en México la versión 4.0 de la facturación electrónica, la cual traerá nuevos requisitos y obligaciones para los contribuyentes, mientras que las autoridades tendrán más datos estadísticos para cruces de información y procesos de auditoría.

En este sentido, las empresas deben actuar rápido y, como primer paso, hacerse las siguientes preguntas:

  • ¿Cuáles son nuestros procesos de cumplimiento fiscal?
  • ¿Cuántos recursos involucramos?
  • ¿Qué errores, costos e ineficiencias detectamos?
  • ¿Cuáles son los riesgos de seguir así y cuáles son los beneficios de cambiar?

Este proceso de diagnóstico y mapeo inicial otorga un panorama a la Alta Dirección, y a los asesores especialistas les da información clave para proponer mejoras en los procesos, interconexión de datos e implementación de soluciones tecnológicas que se adapten a las necesidades de la empresa, permitiendo que sus recursos y esfuerzos sean aprovechados eficientemente.

Nota: las ideas y opiniones expresadas en este escrito son del autor y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.

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La información aquí contenida es de naturaleza general y no tiene el propósito de abordar las circunstancias de ningún individuo o entidad en particular. Aunque procuramos proveer información correcta y oportuna, no puede haber garantía de que dicha información sea correcta en la fecha en que se reciba o que continuará siendo correcta en el futuro. Nadie debe tomar medidas con base en dicha información sin la debida asesoría profesional después de un estudio detallado de la situación en particular.

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