Algunos de los principales problemas que atraviesa la industria petrolera, cuando se trata de otorgar beneficios a sus trabajadores ubicados directamente en pozos petroleros son generados por la geografía y la accesibilidad a dichos pozos.

 

 

La industria petrolera en nuestro país suele operar pozos terrestres, lacustres o marinos. En los tres casos, los pozos petroleros suelen ubicarse en zonas despobladas y de difícil acceso, lo que complica otorgar alimentación adecuada, por ejemplo, montando comedores o cocinas en el sitio.

 

 

De igual forma, dado que se encuentran en zonas remotas, en ocasiones no hay locales, restaurantes o establecimientos con los que se puedan hacer convenios y que puedan proveer alimentación a los trabajadores, a través del uso de vales y con la correspondiente expedición de comprobantes fiscales.

 

Por otro lado, la industria petrolera se enfrenta a diversos retos como el uso de lavandería para los overoles y uniformes de trabajo, obligando a los trabajadores a incurrir en el gasto directo de dicha limpieza; así como el transporte para el traslado al pozo que tiene que realizar el trabajador desde su vivienda, entre otras complejidades.

 

Estas complicaciones han obligado a la industria petrolera a diseñar un plan de compensación para sus trabajadores, bajo políticas específicas a la actividad del sector energético. Este tipo de bonos buscan cubrir necesidades tan básicas de los trabajadores como son la alimentación, el transporte y uniformes, entre otras. Sin embargo, el diseño de dichos planes de compensación no siempre es bien recibido por la autoridad, cuando estos no forman parte de la base para el pago de impuestos y contribuciones de Seguridad Social.

 

Como resultado, es fundamental buscar mecanismos para cubrir las necesidades de los trabajadores de forma estructural: establecer políticas adecuadas, celebrar convenios con negocios y/o realizar una adecuada parametrización de nómina, que eviten riesgos o discrepancias con las autoridades fiscales.