Los efectos de la pandemia del COVID-19 constituyen las agendas estratégicas y operativas de todos los sectores, gobiernos y empresas. Aún se desconoce la duración de esta situación, y los reguladores, líderes y participantes del sector financiero buscan centrarse en temas críticos.
Las instituciones están promoviendo cambios significativos en sus modelos de trabajo para asegurar que se cumplan con los requisitos sanitarios, con la normativa y se garantice la continuidad de los servicios a los clientes.
Las necesidades y expectativas de los clientes en relación con sus proveedores de servicios financieros se intensifican en un escenario de crisis: adecuaciones de pagos, rendimiento de inversiones, modalidades de pago, seguros, entre otros. En el caso de las empresas, se intensifica la renegociación de créditos, los servicios digitales, el cierre de negocios y otras medidas de protección de la salud pública.
Las instituciones y sus clientes tienen redes de relaciones continuas con terceros, principalmente proveedores de tecnología y proveedores en general. Es necesario que las entidades evalúen y supervisen periódicamente a esos proveedores desde el punto de vista de la seguridad de la información, la continuidad de las actividades, la capacidad económica y el riesgo reputacional. La pandemia obliga a las empresas evaluar cuáles son los que tienen más probabilidades de verse afectados, cuáles son críticos para las operaciones y dónde necesitan mitigar los riesgos de este tipo de asociación.
Las instituciones financieras están evaluando los desafíos importantes inmediatos para la sociedad y la economía, y cómo esto afectará al sistema financiero y sus modelos de negocio. La experiencia en la modelación de escenarios y la planificación de contingencias para ayudarse a sí mismos y a sus clientes para la toma de buenas decisiones frente a un entorno operativo altamente volátil; sin embargo, tendrán que incorporar nuevas variables e indicadores, así como la reevaluación de la eficacia de sus modelos preexistentes.
A medida que los impactos comerciales y económicos de la crisis empeoran, las instituciones deben asegurarse que se comunican eficazmente con las partes interesadas, tales como: empleados, clientes, proveedores, accionistas, socios y reguladores.
La crisis incentiva la desinformación y los rumores, requiriendo medidas claras y buena comunicación. Los reguladores esperan la continuidad de las operaciones con apoyo de clientes y la rápida aplicación de las medidas adoptadas para fortalecer el rendimiento del mercado, asegurar la solidez y el funcionamiento del sistema financiero nacional. Las instituciones deben evaluar regularmente sus recursos de comunicación digital y cómo utilizarlos para comunicarse con los clientes y el mercado.
La gestión de riesgos es un componente clave en la gobernabilidad y sostenibilidad de toda institución financiera en tiempos "normales". En un escenario de crisis, las empresas intensifican la alerta en la gestión de la liquidez y de capital, ejercitan sus niveles de resistencia y monitorean el comportamiento de los factores de deterioro de las carteras crediticias. Con respecto al riesgo operativo, los elementos de los riesgos emergentes, tales como: seguridad, continuidad y los fraudes, así como, la gestión de crisis en sí misma, requieren medidas eficaces, además de vigilancia con requisitos reglamentarios y controles en las líneas de defensa.
En el documento adjunto a continuación ampliamos sobre las implicaciones del COVID 19 en la gestión de riesgos Bancarios: