Por: Manuel Fernandes, Socio Líder de Energía y Recursos Naturales de KPMG en América del Sur

Los países de América del Sur conocen de los efectos locales generados por los shocks externos. Recesiones en los socios comerciales que generan un desplome en la demanda y en los precios de las materias primas, o crisis financieras que terminan endureciendo las condiciones de acceso al crédito internacional, del cual dependen muchas economías de la región para colocar inversión productiva. Pero la crisis sanitaria impuesta por el COVID-19 tiene un rasgo fundamental que la distingue del resto, ya que supone un freno en la actividad económica a nivel global producto de las medidas de distanciamiento social y el aislamiento obligatorio.

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